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Se entiende por tal al hombre después del pecado original, que perdió los dones sobrenaturales (la gracia divina) y los dones preternaturales (inmortalidad, ciencia, impasibilidad, felicidad) de que fue dotado en la creación. El relato del Génesis, simbólico, claro y expresivo, tiene un lenguaje y un mensaje. Si el lenguaje reclama exégesis para entender su estructura mítica y narrativa en el contexto de la cultura babilónica en la que está escrito, el mensaje es básico y radical en la religión cristiana.
La caída original, misteriosa e indemostrable por datos históricos, es conocida por la revelación divina y debe ser aceptada como dogma que condiciona los otros dogmas primordiales de la encarnación, de la redención y de voluntad salvífica divina universal.
La restauración o redención de Cristo recupera o repara el pecado de Adán, pero no devuelve la integridad primitiva, pues, aunque rehace los dones sobrenaturales (como la gracia divina), deja sin restablecer los preternaturales. El dolor, la enfermedad, la ignorancia, la concupiscencia, la indigencia espiritual, recuerdan al ser caído y redimiendo la necesidad que tiene de la ayuda divina y la humildad que requiere para solicitarla.
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